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Comportamiento agresivo en TEA

El Trastorno del Espectro Autista sigue presentándose como un verdadero reto para la intervención. Los múltiples signos que acompañan a la alteración del neurodesarrollo, unida a la complejidad de presentación de los mismos, hace que la comunidad científica deba reformular sus premisas, en cuanto a la clasificación de las causas que pueden subyacer a los problemas que

acompañan al trastorno.

La conducta agresiva sigue siendo uno de los problemas más impactantes dentro de este grupo de niños. Se trata de comportamientos, que algunos casos, pueden ser tan explosivos, que pueden poner en riesgo la integridad de la persona. ¿Qué factores pueden estar desencadenando que la persona ponga en riesgo su propia vida? ¿Qué está sucediendo en el sistema, para que la persona prefiera poner en juego su integridad como forma de defensa?

Los procesos sobre los que se asienta la conducta agresiva en el Autismo son diversas y complejas. El programa PAAIGI (Programa de Aprendizaje Adaptado para la Integración Global del Individuo) elabora una clasificación de los comportamientos agresivo en función de cuáles son las causas que lo ocasionan. Esto permite realizar intervención más eficaces y eficientes, al conocer qué factores están haciendo que la persona opte por la conducta agresiva como forma de respuesta.

En primer lugar divide los comportamientos agresivos en autolesivos y heterolesivos. Las conductas autolesivas serían aquellas que están dirigidas a sí mismo. La persona ejecuta la agresión sobre su propio cuerpo. Por el contrario, en los comportamientos heterolesivos, la conducta agresiva se dirige hacia otras personas, que pueden, o no, estar relacionadas con la situación desencadenante.

Dentro de esta división, se establece una clasificación según las bases originarias del comportamiento. Así,



según el programa PAAIGI, las autolesiones pueden estar generadas por:

 Base comunicativa: Conductas generadas como forma de realizar peticiones al ambiente.

 Base autoestimulatoria: Comportamientos originados ante la dificultad de obtener información del ambiente.

 Base disruptiva: Se originan como forma eficiente de obtener la atención del ambiente, o de imponer la voluntad.

 Base sensorial: Respuesta en consonancia con una interpretación deficitaria, por exceso o por defecto, de la información que proporcionan los estímulos ambientales.

 Base activación: Generada como forma de autogestión de sensaciones internas relacionadas con las emociones.

Igualmente, las heterolesiones pueden presentar las mismas bases, con la diferencia que no se dan como comportamiento autoestimulatorio, sino que se dan de forma interactiva. La persona asocia la agresión como forma de iniciar un juego, o interacción lúdica.

La intensidad, frecuencia y duración de los comportamientos agresivos, varía en función de la causa que los origina. Así, las respuestas que tienen una base sensorial o de activación, tienen una intensidad y explosividad mayor, aunque una duración menor que el resto de las bases.

Por lo tanto, la identificación correcta de las bases, no solo nos da herramientas para realizar una interve


nción más efectiva, sino que nos pone en aviso de la gravedad de las mismas.

En resumen, podemos decir que la agresividad en Autismo es un comportamiento complejo, que requiere de una formación especializada que permita la clasificación correcta de las bases.

Rebeca Cabrera Urquía, Mstra. terapia de conducta, Psicóloga, Logopeda, Experta en trastornos psicológicos de la infancia y la juventud, creadora programa PAAIGI.



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