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El desarrollo de la extremidad superior


Para hablar del desarrollo de la extremidad superior vamos a comenzar hablando de sus funciones. ¿Para qué se usan las manos? Todos podemos pensar en agarrar un vaso de agua, coger un lápiz, sujetar el volante… sin embargo, no solo están presentes en movimientos finos ya que, ante una caída ¿Quiénes deben ser las primeras en llegar al suelo para evitar un daño mayor?

La evolución de la extremidad superior se inicia desde los primeros meses de vida, cuando los pequeños comienzan a desarrollar los movimientos de “prealcance” (llevar el brazo hacia un lugar). Posteriormente vendrá la llegada del cierre intencional de la mano y, finalmente, acompañándose de un mayor control postural, se comienza a desarrollar el uso de ambas manos de una manera más coordinada. Una vez y el niño se mantiene sentado solo, hacia los 7 meses, aumentará el manejo de ambas manos de forma considerable. Desde aquí se irá avanzando hacia un mayor control de la pinza, irán aprendiendo que necesitan mantener más o menos la presión para mover según qué objetos, independizarán los movimientos de los dedos…

Y ahora que sabe dirigir el brazo, ¿hacia dónde va?, ¿Por qué?, ¿Cómo llega a su objetivo?

Tenemos hambre; vamos a coger una manzana… ¿Cómo llegamos a ella? En primer lugar vemos la manzana, la situamos en el espacio; los ojos han llegado los primeros, después la cabeza (si estaba fuera de nuestro campo de visión en ese momento) y es posible que hasta el tronco haya tenido que girarse. Estiramos el brazo, lo fijamos, abrimos y cerramos la mano. Y la abrimos y cerramos de forma diferente a como hubiésemos abierto un grifo, cogido una botella de agua o recogido una moneda.

Para realizar todo este proceso hemos precisado del sistema visual; del somatosensorial (en el que además hemos anticipado la presión con la que cogíamos la manzana para que no se nos escurriera), del control motor y la planificación motora. Además estábamos motivados para realizar esa acción.

Lo mismo ocurre cuando un niño quiere alcanzar un juguete. Cuando un niño está empezando a manipular objetos o le estamos pidiendo tareas más avanzadas hemos de tener en cuenta todos estos aspectos. Desde muy pequeños hay estudios que nos indican cómo la posición del niño y dónde se le dan apoyos, facilitan sus posibilidades de alcance; controlar su tronco, manejar el grueso de su cuerpo, será determinante a la hora de perfeccionar esta función. También hemos de tener en cuenta que a medida que se va realizando una acción como el alcance, la velocidad con que se hace será mayor y que lograr el desarrollo de las habilidades manuales más complicadas llevará varios años.





Por último, cabe reseñar que, más allá de todo lo mencionado y, existen múltiples afectaciones que pueden alterar la capacidad para hacer los movimientos necesarios. Hemos de tener en cuenta que el tronco, el hombro, el codo y la muñeca deben poder coordinarse y tener la fuerza necesaria para poder realizar el alcance. Añadiremos los dedos para realizar una manipulación. El trabajo sobre estas afectaciones (desde la parálisis braquial obstétrica a hemiplejias entre otros), así como el correcto desarrollo la función bimanual en los niños, derivará en una mejor exploración, que será fundamental para aumentar su independencia y participación.

Irina Guerra de la Fe, fisioterapeuta y terapeuta habilitada PAAIGI.



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